
Desde la Asociación Cordobesa de Epilepsia y otras Enfermedades Afines (ACEPI), en nuestra tarea de informar de todo lo que pueda interesar a nuestros socios y socias, afectados, familiares y amigos, nos hacemos eco en esta ocasión de una noticia, cuanto menos inquietante, que recogen varios medios en los últimos días: crece en España el riesgo de la larva que invade el cerebro y puede provocar casos de epilepsia.
Aunque muchos crean que se trata de una enfermedad de otros tiempos, los expertos avisan de que la cisticercosis, la infección que producen en los tejidos las larvas del parásito Taenia solium, no solo sigue existiendo en España, si no que, al no recibir la suficiente atención, los casos están aumentando. Así lo denuncia un estudio del Instituto de Salud Carlos III. Tras analizar los casos atendidos en hospitales de nuestro país entre 1997 y 2014 y constatar ese incremento, los investigadores de esta institución pública reclaman al Gobierno un sistema de vigilancia estandarizado que permita hacer un seguimiento adecuado de los afectados, algo que, señalan, no existe actualmente.
“Sería importante recopilar, monitorizar e informar de los casos para mejorar el conocimiento sobre la enfermedad y su control”, apunta la investigación que acaba de publicarse en la revista científica Plos Neglected Tropical Diseases. Según sus datos, entre 1997 y 2014 se produjeron en España 1.912 hospitalizaciones a causa de la cisticercosis, aunque las cifras reales de la enfermedad podrían ser muy superiores, ya que los registros no son exhaustivos y más del 80% de los casos cursan de manera asintomática.
Hablamos de una enfermedad infradiagnosticada y desatendida no sólo en España. También lo es a nivel mundial. Sin embargo, no estamos ante una infección banal. De hecho, se trata de una de las principales causas prevenibles de epilepsia en todo el mundo. En los países donde es endémica, se estima que la infección es responsable de hasta el 30% de los diagnósticos de este trastorno neurológico.
¿Cuáles son sus síntomas? La cisticercosis casi nunca da la cara al poco tiempo de producirse la infección. A menudo, el trastorno permanece latente en el organismo. Se estima que el punto álgido de severidad tiene lugar entre tres y cinco años después de la adquisición inicial de las larvas del parásito, aunque los investigadores tienen constancia de que en un número muy elevado de los casos pueden pasar décadas hasta que la enfermedad se hace evidente.
Tras la ingesta de los huevos embrionados de la conocida como Taenia solium, las larvas resultantes son capaces de llegar al torrente sanguíneo, a través del que viajan por el organismo y terminan depositándose en algún tejido. Hasta que forma un quiste calcificado, la larva pasa por varias fases evolutivas. Los quistes que forma el parásito afectan principalmente a tejidos del sistema nervioso central. También pueden localizarse en el globo ocular o en tejidos musculares, aunque en este último caso la infección no suele generar síntomas graves, dicen los expertos. El trastorno puede tratarse en muchos casos con medicamentos antiparasitarios y también con cirugía.
¿Pero cómo se contrae la enfermedad? La cisticercosis se produce al ingerir los huevos de un parásito que usa al cerdo como huésped y que se denomina Taenia solium. Estas larvas se adhieren a tejidos como los músculos, el cerebro o los ojos y forman quistes cuyas consecuencias pueden ser graves. La enfermedad no se contrae al consumir carne de cerdo parasitada (teniasis), sino tras entrar en contacto con algún producto contaminado con heces de personas afectadas en las que están presentes los huevos de la tenia.
Hay que destacar que es más frecuente en países en desarrollo donde las condiciones de higiene no son adecuadas, pero no hay que olvidar que se sigue viendo en nuestro país y en el resto de Europa, sobre todo desde que se incrementó la inmigración y los viajes desde zonas donde la enfermedad es endémica, como gran parte de de América Latina, el África Subsahariana y regiones de Asia y Oceanía. Los investigadores insisten en que “se está convirtiendo en un problema creciente de salud pública también en los países de altos ingresos”, principalmente en comunidades donde las condiciones de higiene son malas, lo que favorece la diseminación de los huevos del parásito.
¿Y en España que datos hay? Según este trabajo, se produjo un aumento de los casos entre 1998 y 2008, coincidiendo con la llegada masiva de inmigrantes. A partir de ese año, en paralelo también con el regreso de muchas de esas personas a sus países de origen debido a la crisis, las tasas de infecciones detectadas decayeron. Las zonas del país donde se registran más afectados son: Murcia, con 13,37 hospitalizaciones por 100.000 habitantes; Navarra, con 10.9 hospitalizaciones por 100.000 habitantes y Madrid, con 9,32 hospitalizaciones por 100.000 habitantes. Los diagnósticos más frecuentes asociados a la infección son trastornos del sistema nervioso central, como epilepsia y convulsiones, encefalitis o meningitis.
Ante estos datos, los investigadores reclaman una fotografía real de la epidemiología de la enfermedad en nuestro país. A pesar de que unas óptimas condiciones higiénicas y frecuentes inspecciones sanitarias, claves para el control de la enfermedad, se llevan a cabo en todos los países europeos, existen otras formas de contagio que requieren más vigilancia, como los llamados portadores sanos, según exponen los investigadores. La Directiva Europea 2003/99/EC recomienda la monitorización de la cisticercosis, pero muchos países de la UE, entre ellos España, siguen sin informar adecuadamente de la epidemiología de la enfermedad, lamentablemente.
Artículos relacionados
« Artículo anterior: ¿Conoces tus derechos como paciente en Andalucía?
» Artículo siguiente: Los Patios de Córdoba, accesibles para las personas con discapacidad y diversidad funcional