La epilepsia es una enfermedad que padece el «1% de la población mundial», pero sobre la que sigue habiendo un gran desconocimiento en la sociedad. En los últimos años la mejora en el diagnóstico y el avance en su tratamiento están ayudando a «mejorar la calidad de vida de los pacientes», asegura la neuróloga Ainhoa Marinas, jefa del grupo de investigación en epilepsia de BioCruces, en Barakaldo. La neuroestimulación será determinante en el futuro para combatirla, explica.
¿Qué avances se están dando en la investigación de la epilepsia?
Una se centra en la inflamación como causa de la epilepsia. Se habla de una sustancia, las interleucinas, que son las que ocasionarían que ese cerebro que era normal se convierta en uno que es capaz de generar crisis epilépticas. Esa inflamación se está estudiando junto con la importancia que tienen las células que están alrededor de las neuronas, que son sobre todo las células de la glía, siendo una especie de soporte para las neuronas y siendo importantes en el desarrollo de la epilepsia.
¿Qué papel jugarían?
Parece que una de sus funciones es la de eliminar toxinas y sustancias inflamatorias que han quedado por el cerebro. Cuando no se regulan bien, esas toxinas se acumulan en el cerebro y dañan al final las neuronas. La investigación va por ahí y no solo se centra en animales, también en tejido humano. Nosotros, por ejemplo, colaboramos con un grupo de Ikerbasque de tal forma que los pacientes que operamos de una zona concreta del cerebro, si ellos quieren, una parte del tejido se dona a estos investigadores.
¿Han sacado alguna conclusión?
De momento que en los humanos también funciona lo de la inflamación y la glía alterada, que funciona igual que en los ratones con epilepsia. Es una vía, sobre todo, para el desarrollo de fármacos.
¿Qué otras investigaciones le llaman la atención?
Una que investiga las redes del cerebro que se establecen cuando uno tiene una crisis. Ésta se puede originar en un punto del cerebro, pero se extiende por una red, al igual que un circuito eléctrico, y entender por dónde pasa es muy importante. Por un lado, a la hora de la cirugía porque puede ser una razón del fracaso quirúrgico. Hay pacientes a los que les quitamos solo una zona del circuito y la otra parte, con el tiempo, vuelve a generar crisis. Por otro, se busca entender en sí cómo funciona el cerebro.
¿Cómo están siendo capaces de ‘leer’ esos circuitos?
Se están utilizando dos vías. Una es con técnicas especiales de resonancia. La segunda es con electrodos, que también permiten ver la actividad eléctrica del cerebro y qué zonas están relacionadas entre sí de forma eléctrica. Desde hace dos años un grupo de Grenoble, en Francia, está creando un atlas de conectividad con pacientes con epilepsias. El objetivo esas conexiones son iguales a las de una persona sin epilepsia o no. Se trata de algo novedoso.
¿Qué aportará?
Nos dará una visión no tan estática del cerebro, en la que se apunta a una zona concreta. Hemos visto que es un circuito y aunque hay una zona que es capaz de empezar la crisis, ésta recorre toda una serie de estructuras del cerebro, un circuito, que si no se corta la persona sigue con crisis.
La influencia de la genética
Ver el articulo completo
Noticia extraída de http://www.elcorreo.com en su sección Sociedad y salud
Artículos relacionados
« Artículo anterior: Neurología pide más unidades específicas y reorganización asistencial
» Artículo siguiente: El neurólogo de Torrecárdenas Pedro Serrano, premiado por su labor científica